La tecnología avanza también en el campo de la fisioterapia, y una de las herramientas más innovadoras es el exoesqueleto robótico. Aunque aún suena a ciencia ficción, ya se utiliza en hospitales y centros especializados para ayudar en la recuperación de personas con lesiones neurológicas, daño medular o después de un ictus. Pero, ¿en qué se diferencia de la rehabilitación convencional? ¿Y es realmente más eficaz?
Índice
Rehabilitación tradicional: la base del tratamiento
La rehabilitación tradicional engloba técnicas como el ejercicio terapéutico, la terapia manual, la reeducación de la marcha, el trabajo propioceptivo y el entrenamiento funcional. Estas técnicas se adaptan al paciente según su estado y evolución, y cuentan con una sólida base de evidencia clínica.
Lo importante aquí es la personalización del tratamiento: el fisioterapeuta ajusta en tiempo real los ejercicios, el ritmo y los objetivos según la respuesta del cuerpo del paciente. Además, trabaja aspectos como el control del dolor, la movilidad y la fuerza muscular.
Rehabilitación con exoesqueleto: asistencia robótica al movimiento
Los exoesqueletos robóticos son dispositivos que se colocan en el cuerpo y ayudan a generar movimiento, especialmente en personas que no pueden caminar por sí solas o tienen limitaciones motoras severas. Están programados para replicar el patrón de la marcha humana de forma precisa, y permiten realizar muchas repeticiones, algo clave en la neurorehabilitación.
Una de las grandes ventajas es que permiten que el paciente se mueva de forma más segura y con menos esfuerzo del fisioterapeuta. Además, muchos modelos proporcionan datos sobre la calidad del movimiento, lo que ayuda a ajustar el tratamiento.
¿Cuál es mejor?
No hay una respuesta única. La rehabilitación tradicional sigue siendo la base de cualquier proceso de recuperación. La tecnología, como el exoesqueleto, puede ser una herramienta excelente en casos concretos, pero no sustituye al fisioterapeuta ni al tratamiento manual o funcional. De hecho, la mayoría de estudios sugieren que la combinación de ambas estrategias ofrece mejores resultados, especialmente en patologías neurológicas.
Por otro lado, los exoesqueletos aún no están disponibles en la mayoría de clínicas por su alto coste y necesidad de formación especializada, por lo que su uso sigue siendo puntual.
Entonces, ¿cuándo conviene usar un exoesqueleto?
En personas con daño neurológico severo, como lesión medular incompleta o secuelas de ictus, puede ser muy útil para entrenar la marcha de forma repetitiva, segura y con mayor precisión. Pero siempre debe integrarse dentro de un programa de fisioterapia supervisado y adaptado a las necesidades reales del paciente.
En resumen, más que competir, la fisioterapia tradicional y la tecnología deben complementarse. El criterio profesional del fisioterapeuta sigue siendo clave para elegir la mejor herramienta en cada caso.