En fisioterapia, empleamos diversas técnicas que involucran terapia manual, electroterapia, ejercicio terapéutico y vendajes. Estos métodos generan cambios en el cuerpo, y aunque no siempre provocan reacciones adversas, a veces, pueden ocasionar sensaciones o molestias posteriores.

Estas molestias generalmente no son graves, sin embargo, pueden resultar incómodas. Desde Fisioterapia Velázquez 22 sabemos que algunos pacientes experimentan sensaciones intensas o diferentes, así como molestias al día siguiente del tratamiento. Esto puede depender de varios factores.

La respuesta del paciente a la terapia puede depender de su sensibilidad, expectativas, actividades post-sesión, y la intensidad de la estimulación proporcionada. La dosificación de la terapia y el uso de técnicas invasivas también pueden influir en la probabilidad de efectos adversos. En resumen, hay múltiples factores a considerar.

 

7 escenarios en los que la fisioterapia podría no ser la mejor opción:

 

1. Lesiones agudas no diagnosticadas:

La fisioterapia no debe aplicarse a lesiones recientes que aún no han sido debidamente diagnosticadas. En estos casos, es esencial realizar pruebas de imagen y evaluaciones médicas para determinar la naturaleza exacta de la lesión antes de iniciar cualquier tratamiento.

 

2. Infecciones activas o fiebre alta:

Cuando estamos enfermos, nuestro sistema inmunológico entra en acción, movilizando células y recursos para combatir la infección. La fiebre, por ejemplo, es una respuesta defensiva natural del cuerpo. Introducir actividades físicas intensivas en este momento podría dispersar la energía necesaria para la recuperación.

En estos casos, el descanso toma el papel principal como medicina. Permitir que el cuerpo descanse y se recupere es esencial para una recuperación efectiva. La fisioterapia puede reanudarse después de que la fiebre haya cedido y el cuerpo esté en un estado más propicio para la actividad física.

 

3. Problemas cardiovasculares no controlados:

Pacientes con problemas cardiovasculares no controlados pueden enfrentar riesgos adicionales al someterse a ciertos tipos de fisioterapia. Es crucial que estos problemas estén bajo control antes de iniciar cualquier programa de rehabilitación.

 

4. Trastornos hemorrágicos:

En casos de trastornos hemorrágicos, donde existe una tendencia a la hemorragia excesiva, ciertas modalidades de fisioterapia, como la terapia manual intensa, podrían ser contraproducentes. Es por ello que, se requiere precaución y adaptación en estos casos.

 

5. Fracturas no estabilizadas:

La fisioterapia no se debe realizar en fracturas que aún no estén estabilizadas. Antes de cualquier intervención, se deben tomar medidas para garantizar la estabilidad ósea, ya sea mediante cirugía u otros métodos recomendados por el ortopedista.

 

6. Embarazo de alto riesgo:

En embarazos de alto riesgo, especialmente aquellos con complicaciones significativas, la fisioterapia debe ser adaptada y supervisada cuidadosamente. 

 

7. Problemas neurológicos agudos:

En casos de problemas neurológicos agudos, como un derrame cerebral reciente, la fisioterapia debe adaptarse a la fase de recuperación del paciente. No todas las modalidades son adecuadas en las etapas iniciales de estas condiciones.

 

De manera que, antes de iniciar cualquier programa de fisioterapia, los pacientes deben someterse a una evaluación exhaustiva por parte de un equipo médico para determinar si podemos llevar a cabo cualquier tratamiento de fisioterapia.

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