Fisioterapia Velázquez 22

Gracias a las articulaciones que unen la pierna con el pie podemos caminar y mantenernos erguidos. Además ejercen funciones tan importantes como actuar de amortiguadores y ayudarnos a mantener el equilibrio.

Aunque parezca sorprendente, esa zona de nuestra anatomía la componen 33 articulaciones, 26 huesos y más de 100 músculos, ligamentos y tendones que, perfectamente orquestados, nos permiten hacer cosas tan corrientes como saltar, correr y llevar el peso de nuestro cuerpo. 

Una de esas 33 articulaciones es la articulación tibioperoneoastragalina o articulación astragalina.

Forma parte de la articulación del tobillo y es la articulación más importante de esa zona de la anatomía, ya que es la que une el pie con la pierna. Concretamente es la encargada de conectar los segmentos inferiores de la tibia y el peroné con el astrágalo que quedan unidos gracias a los ligamentos laterales interno y externo. 

Funciones de la articulación astragalina

Además de soportar el peso del cuerpo mientras corremos, saltamos, andamos o simplemente estamos de pie, la articulación astragalina es la que nos permite mover el pie en varias direcciones:

Por la zona donde se encuentra y por la cantidad e importancia de los movimientos que realiza es una compleja articulación que a lo largo de nuestra vida soporta nuestro peso y nos permite movernos, pero también está expuesta a sufrir algunos problemas. 

Lesiones de la articulación astragalina

Las lesiones más comunes que se producen en la zona del tobillo son los esguinces, especialmente cuando se realiza algún deporte, como por ejemplo correr. Estos se producen porque la articulación está sometida a una gran tensión y cuando cualquiera de los movimientos se producen de forma antinatural,  brusca o excesiva, los ligamentos, especialmente los externos, se estiran en exceso pudiendo desgarrarse. 

Hay diferentes grados de esguince dependiendo de la gravedad, siendo de grado I el más leve que se produce por un sobreestiramiento, de grado II cuando hay un desgarro parcial del ligamento y de grado III cuando la rotura del ligamento es completa. Es importante, además de tratar de calmar el dolor y recuperar la movilidad; que los esguinces sean tratados adecuadamente durante la fase inflamatoria para que no se conviertan en una lesión crónica que dificulta el movimiento y causa dolor de forma permanente. 

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